La Magia Novae Carnis es un sistema abierto y flexible creado para ser adaptado a cualquier práctica mágica que el officialis prefiera. Asimismo, puede ser utilizada de modo aislado, sin adaptación alguna.
No obstante, se utilice como se utilice esta práctica mágica, existen procedimientos para potenciar la misma que se basan en estrategias dirigidas a la concentración de la mirada, la visualización, el uso de la voz, los gestos y la meditación, entre otras. Estos sistemas, aplicados frecuentemente, no solo van a permitir un mejor resultado mágico, sino que provocan un cambio en el oficiante que los realiza y en su entorno.
En el presente artículo nos centraremos en la estrategia de concentración de la mirada, también denominada Trataka.
Consiste en encender una vela y situarse frente a ella. El color de la vela elegida es importante si esta práctica se destina a un fin. En función del objetivo que queramos potenciar o al que vaya dirigido un próximo ritual, elegiremos el color de la vela correspondiente a su Dominio.
Preparación:
-Situarse en una posición cómoda con la columna recta, frente a la vela. La llama debe quedar a la altura de los ojos para que se pueda observar sin incomodidad.
-Colocar la vela a la altura de los ojos, a unos 50-60 cm de distancia, aunque hay practicantes que la sitúan a más de un metro de distancia.
-La habitación debe ser tranquila y permanecer en oscuridad, de modo que la llama de la vela sea la única fuente de iluminación.
Procedimiento:
-Se enciende la vela.
-Se fija la mirada en la llama sin parpadear. Es preferible concentrarse en el punto más brillante de la llama.
-Al mirar la llama, se atiende a la propia respiración, sin hacer respiraciones profundas ni modificarla, solo siendo consciente de la misma.
-Si surgen pensamientos, se procuran ignorar, intentando estar despierto y vigilante.
-Si se sienten los ojos cansados, es conveniente cerrarlos y descansar la mirada para, a continuación, retomar el ejercicio.
-Se imagina la llama penetrando en el propio cuerpo a través de los ojos e iluminando todo nuestro ser interno.
La duración de este proceso depende de la práctica del officialis. Para principiantes, lo más adecuado es dedicar únicamente el tiempo que se considere que es suficiente para no cansar la vista. Normalmente, se realiza durante 2 a 5 minutos. Aunque el ejercicio requiere que no se parpadee, es más conveniente cerrar los ojos y continuar luego que sentir molestias. Cuando el officialis se sienta más cómodo con la práctica y perciba que la domina, el tiempo se puede aumentar hasta los 15 minutos. La práctica regular puede durar incluso 30 minutos si el practicante es un experto.
Cuando el officialis considera que ha estado el tiempo necesario, apaga la vela, o cierra los ojos, y visualiza de nuevo mentalmente la llama. A continuación, se trata de imaginar la misma llama con los ojos cerrados, como la que se observaba con los ojos abiertos. Es más fácil visualizar esta imagen si, durante el proceso anterior, no se ha parpadeado.
La capacidad de mantener la atención sobre un objeto, en general, y el ejercicio de la llama, en particular, se utiliza en prácticas yóguicas y de meditación, ya que mejora la concentración y promueve la relajación.
Estos resultados son debidos a la activación de determinadas áreas del sistema nervioso que, con la estimulación continuada, van adquiriendo un mayor desarrollo, provocando cambios tanto en el practicante como en su entorno.